Cooper pensó que sería descortés rechazar la invitación de Molly, además, no importaba que se traía Evans entre manos, Cooper no podía fallarle.
Se apareció en los jardines de La Madriguera, al atardecer. Saludó a todos y cada uno de los que estaban ahí y se sentó en un sofá, algo destartalado.
- ¿Qué tienes en la cara? - le preguntó Hermione, haciéndola girar.
- Doxys, son extremadamente amigables y creo que me quieren tanto que estaban dispuestas a llevarse un pedazo de mí. - le respondió, riendo.
Evans entró en la cocina y, antes de saludar a nadie, levantó la mano pidiendo silencio.
- Hay algo que nunca les he dicho y de veras lo siento. Espero que puedan perdonarme. - dijo, algo afligida.
- ¿Qué es, querida?- interrogó la Sra. Weasley, extrañada.
Lentamente y sumergiéndose en su relato, Evans les contó a todos que había pasado durante ese año y medio que había estado alejada del mundo mágico.
- Los traje para que los conocieran. ¡Percy! Es la hora…- dijo por fin con imperceptibles lágrimas en los ojos. Todos los Weasley, Fleur, Cooper y Hermione estaban estupefactos. Ahora el hueco que Evans había plantado en su vida, esos años en los cuál estuvo lejos, se llenaba en la mente de cada uno.
Sus dos hijos comenzaron a caminar hacia la cocina, tímidos, con Percy detrás. El niño era lo más parecido a su padre, pelirrojo, de ojos verdes, nariz pequeña… Y la niña era parecida a su madre, rubia, de ojos color miel, de expresión gentil, y ambos irradiaban dulzura.
Cooper sonrió, era un momento muy fuerte. Siempre se había preguntado ¿Qué había pasado en ese entonces? ¿Por qué a su mejor amiga se la había tragado la tierra? Siempre la había querido así como era, tanto que no le importaba no saber que había sido de ella. Sabía que llegaría un momento en que Evans lo contaría, y Cooper siempre había estado dispuesta a esperar el tiempo que fuera necesario.
George se retiró, sin poder soportar la presión que exigía ese momento. Cooper salió detrás de él, pidiendo a los demás que siguieran con su conversación.
- No llores, me harás llorar a mí también. - dijo Cooper, secándole las lágrimas.
- Es solo que, lo extraño mucho. A veces me preguntó, por qué no me mataron, en lugar de Fred. - titubeó George, entre sollozos.
- No digas eso. Fred hubiese querido que jamás perdieras esa alegría que es tan natural en ti. No es tu culpa, no es culpa de nadie; solo sucedió y ya. -
George la abrazó, segundos antes estaba convencido de que nadie lograría entender el vacío que él sentía. Cooper sabía lo que era perderlo todo. Sus padres habían muerto a manos de los mortífagos durante la misma batalla que les había arrancado a Fred, Lupin y Tonks. La desolación de no tener a sus seres queridos y los gritos de la batalla, que aún retumbaban en sus oídos, no era algo fácil de olvidar.
Cuando volvieron, ya todos estaban en el Comedor. Había llegado Harry y, al parecer, Ron lo estaba poniendo al tanto de lo que había pasado. Cooper se acercó a saludarlo y un calor muy especial le corrió por todo el cuerpo, cuando él le besó la mejilla. Se sonrojó levemente, mientras Harry seguía observándola, y se sentó junto a la Señora Weasley que conversaba con Evans.
Tras el bullicio de los cubiertos, Evans volvió a pedir silencio una vez más.
- Quisiera decirles una última cosa, algo que quiero compartir con todos. -
El murmullo cesó y todas las caras voltearon hacia ella.
- Te escuchamos entonces, querida. - dijo la Señora Weasley, codeando a Ron para que dejara de hablar.
- Me resultó muy difícil elegir, porque hay muchas personas especiales en mi vida. Aún así, creo que hice lo correcto; por eso quiero que Cooper y Harry sean los padrinos de mis hijos. -
Cooper la miró, le brillaban los ojos, y luego miró a Cassey; era el vivo retrato de su madre. Seguramente, ambos niños llegarían a ser tan brillantes como Evans y tan talentosamente graciosos como lo era su padre.
- Gracias, bueno yo... no sé que decir. - dijo Cooper, con lágrimas en los ojos.
Se levantó y se echó en brazos de Evans, uniéndose en un abrazo interminable. Harry tosió, buscando la atención de los presentes y habló así:
- Evans, no puedo explicarte lo orgulloso que me siento por esto. De verdad, muchas gracias. Si algún día necesitas una mano, aunque creo que hay otras personas mucho más importantes que yo, no dudes que voy a estar ahí. -
Cooper se secó las lágrimas y volvió a su asiento. La charla que había tenido con George le había hecho recordar todo el mal que le había causado quedarse sin familia, y tuvo esa sensación de desesperanza que la había agobiado hasta hacia pocos meses. Se levantó bruscamente de su lugar, con deseos de salir a caminar.
- Cooper, querida, ¿No vas a querer postre? - le preguntó Molly, poniéndole una mano en el hombro.
- No, gracias Molly. ¿Te importa si salgo al jardín a tomar un poco de aire? -
- Claro que no, no te alejes demasiado. - respondió la señora Weasley.
No podía evitar hablarles así, se resignaba a todo intento de creer que ya eran adultos, Molly seguía creyendo que eran sus niños; y eso a Cooper no le molestaba. Era como volver a tener una madre...
Era una calurosa noche de primavera, las libélulas titilaban alrededor de un viejo manzano y pudo ver un gnomo rollizo saliendo de un hoyo. No podía evitar pensar en la batalla, pensar en que podría haber sido diferente, de haberlos ayudado. La culpa la cegaba, al igual que la injusticia y el dolor, podría haberla salvado. Lloró, como nunca había llorado en su vida, se sentía tan culpable. El dolor era peor que cualquier cicatriz física, era una herida que sangraba y que se abría una y otra vez.
- Perdóname, lo siento. Como desearía que estuvieras aquí. - estalló en llantos, reclinada en un cerco, dirigiendo su mirada hacia una estrella.
Con un gesto suave y cariñoso, un joven le acarició el hombro y Cooper se echó en sus brazos a llorar; convencida de que era uno de sus amigos. Durante unos minutos, el silencio de la noche solo fue roto por sus llantos.
- ¿Qué ocurre? - le preguntó la dulce voz del muchacho.
- Podría haberla salvado, me siento muy mal. -
- ¿A quién te refieres? - inquirió, aunque sabía exactamente hacia donde iba la conversación.
- A Tonks. Lupin y yo estábamos peleando con Dolohov y él cayó, en-entonces... Tonks se me unió desesperada, aún sin saber que Remus estaba muerto; creyó que solo estaba desmayado. Y... - hipaba, desconsolada, mientras lo abrazaba.
- Tranquila, cálmate. - dijo, acariciándole el cabello.
- Y derribé a Dolohov pero Bellatrix me atacó y Tonks... - estalló en un llanto violento y no pudo seguir hablando.
- No tienes que sentirte culpable, ella eligió su destino. Ella decidió morir para salvarte, no la obligaste a nada; fue su elección. Apuesto que ella querría que estuvieses sonriendo. -
- Pero... no es justo. Cuando vi a Harry venciendo a Voldemort, me sentí tan feliz. Sentí la felicidad más grande, que jamás había sentido, al ver que él estaba bien, que estaba a salvo. Pero Tonks tendría que haberlo visto triunfar, no yo. -
Hubo un silencio, más largo de lo que debía haber sido, y Cooper se sintió obligada a levantar la vista. Harry le devolvió una sonrisa. La brisa le alborotaba el cabello y lucía mucho más guapo que de costumbre, bajo la luz de la luna. Olvidando lo avergonzada que se sentía y aún sollozando levemente, Cooper lo abrazó. Harry entendía exactamente lo que ella sentía, el dolor que le causaba todo eso, porque ya lo había sentido y vivido, aunque con más intensidad que ella.
Cooper se sentó en una roca, con la mirada perdida en las estrellas y pensó que la vida era muy injusta. Harry se sentó a su lado y le pasó el brazo por encima del hombro.
- Es horrible. A veces, me despierto con los gritos de la batalla retumbando en mi cabeza, hay resplandores verdes por todos lados y veo caer a mis padres, a Fred, a Lupin, a Tonks, una y otra vez... -
Harry no respondió, solo se limitó a mirarla.
- Tengo miedo de que todo vuelva a repetirse, miedo de perder a las personas que amo. Tengo miedo de quedarme sola. - confesó.
- No te quedarás sola, estaré allí. - le respondió Harry, secándole una delgada lágrima que resbalaba por su mejilla.
Cooper dejó caer la cabeza sobre su hombro y permanecieron en silencio, bajo las estrellas.
La señora Weasley se asomó por la ventana de la cocina y sonrió para sí misma, mientras apagaba la última luz de la casa.
Recomiento que quien no haya terminado de leer "Harry Potter and The Deathly Hallows" no siga leyendo. PUEDE CONTENER SPÓILERS. Si todavía no leíste "Harry Potter and The Deathly Hallows" Encontralo Acá: http://spanishhallows.blogspot.com Cuentos que te llevan a lugar inimaginables... Aún después del final, la magia de Harry Potter continúa...
sábado, 1 de septiembre de 2007
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